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2010-10-13

La Escapada de Narutolandia, Acto 3

Llegamos al fin a la entrada del fin… Junto a nosotros una ventanilla donde muchos tramitaban pasaportes, por suerte yo había comprado los pasaportes con anterioridad. Recuerdo que esa vez estuve en un lugar cercano a las puertas negras, pero no alcancé a verlas en un principio, como si un aura las separase de la gente que ya tiene una intención en su viaje. En una cuadra cualquiera, en una parte de la misma, una entrada ordinaria a una galería ordinaria. Parecía algo tan ordinario que llamaba la atención. Estuve recorriendo el lugar un largo rato buscando el lugar en donde habría de adquirir los pasaportes. Muchas veces estuve a punto de hacer preguntas pero, lo que parecía ser ordinario era una fachada. En las tiendas de la galería había algo raro, era como si cada tienda fuese una embajada de un mundo distante, un lugar alejado de aquel mundo que veo a lo lejos cuando veo hacia la entrada de la galería, en la calle por donde pasa la gente y los autos. “Wish”… Creo que esa palabra era parte del nombre del lugar, no recuerdo lo que imaginaba que era el lugar que buscaba, pero al fin lo encontré. En un rinconcito y con vidrieras cubiertas de azul y negro, era un lugar chiquito y dentro me encontré con unas vendedoras y unas clientas. Recuerdo que una de las clientas era una jovencita japonesa. Esto me resultó muy llamativo, era como si fuese realmente una embajada de otro mundo. Y esa tienda era diferente a lo que imaginaba, como dije. Estaba bastante vacía incluso para ser pequeña, y lo único que había en ella eran prendedores y alguna que otra calcomanía, y otras cositas que olvidé. Creo que en ese lugar hacían prendedores por encargo. Esa fue la primera vez que me sentí demasiado grotescamente normal y auguré que esa sensación habría de sentirla seguido, y no me equivocaba. Hablé con la vendedora luego de que la clienta japonesa se fuese con su prendedor y le pedí aquello que iba a buscar, los pasaportes hacia el evento que sucedería en el fin. La clienta mi miró consternada, no sabía a lo que yo me refería y por un momento pensé que me iría de allí con las manos vacías. ¿Sería que hubiese que hablar un lenguaje particular para interactuar con esta gente? Dudaba entonces de si realmente había oído a la joven japonesa hablar español, japonés, o algún otro dialecto. Le expliqué como pude a la vendedora lo que quería y al final comprendió. Se refirió al evento con un nombre extranjero extraño y largo, es como si el evento mismo tuviese un nombre propio. ¡Y con apellido incluso! Como si se tratase mas de una manifestación de una entidad en lugar de un encuentro. Resumiendo, adquirí los tres pasaportes y me fui contento, pero me quedó esa sensación de extrañeza. Al volver pasé por en frente del lugar en el que habría de celebrarse el evento con nombre y apellido pero casi no lo percibo. Aparentemente sí había una manifestación que se habría de hacer presente para permitir notar la entrada a ese mundo extraño, en ese momento no se manifestaba nada, las negras puertas parecían muertas.

Estábamos entrando, eso decía… Los guardias sin voluntad nos revisaron como si llevásemos con nosotros alguna clase de armamento escondido, eso nos extrañó, ahora entendíamos uno de los motivos de tanta demora. Habían organizado, o desorganizado, un operativo de seguridad y prevención. Luego habría de parecerme ridículo que se demorara tanto tiempo la entrada por un operativo de seguridad teniendo en cuenta los peligros inimaginables que en la ciudadela y alrededores acontecían. Pero me estoy ahora adelantando demasiado. —Claro, será una forma de equilibrar el abuso de “flashback”— Los centinelas nos hurgaron como se le haría a un sospechoso de un crimen y nos dejaron entrar. Ante nosotros una serie de rejas y cercas metálicas, muros negros, cortas y anchas escaleras y rampas. Era una retorcida pendiente que se oscurecía cuanto mas se la recorría. Al final una pared negra que tuvimos que recorrer y no encontrábamos la entrada, pero en un momento vimos un pasaje y lo atravesamos, entonces estuvimos dentro al fin!

Nos encontramos en un oscuro callejón aparentemente techado, me recordaba a una de las entradas a la Fortaleza Ilimitada. No sabíamos por donde ir pero vimos unos sujetos raros y supimos que esa era la dirección que buscábamos. Caminamos, llegamos al final del callejón en donde se abría una plazoleta, siempre a oscuras, y ante nosotros se abrió la avenida principal. ¡Inimaginable! No supimos como habíamos llegado allí, era como si hubiésemos caído, estábamos en medio de una gigantesca avenida peatonal. En los laterales habían altísimos edificios, todo oscuro, y sobre nosotros llegamos a ver que el cielo estaba cubierto por un techo de humo. Era una manifestación física de la falta de atención que se le daba el cielo. En este lugar la atención era importante, parece que la atención hacía mas real a las cosas. A los flancos también divisamos comercios. Era una eterna fila de tiendas de feria de cosas indescifrables en un principio. Luego distinguimos que los edificios eran, al menos en primera instancia, súper niveles en los que habían mas ferias. Estábamos en una oscura ciudad comercial… Esto no lo esperaba, creí alejarme de los comercios y me encontraba en este lugar atestado de comercios, salía de un mundo gris y me metía en uno negro. Si, era un lugar nuevo y estaba ansioso de recorrerlo, pero algo andaba mal, no era lo que querría que fuese…

J—¡Comida exótica! Allí habremos de ir mas tarde, ya he comido esta clase de comida anteriormente en otro evento como este.

L—No vas a comer nada, te puede hacer mal.

J—Yo puedo comer cualquier cosa, aunque esté viva!

L—¡Noooo! No vas a comer nada dije. No sabes como hacen las cosas acá y son cosas extrañas.

B—Por mi parte quisiera una de esas bolitas de arroz con un rectángulo de alga nori arriba…

J—Se llaman “onigiri”.

B—Onigiri, si, esos quiero comer! Y de paso probar una de esas cervezas japonesas!

L—Eso menos! No van a tomar nada.

B—Si vamos, pero luego.

J—Bueno mis compañeros, vamos a aventurarnos a este mundo nuevo y exótico, vamos a sumergirnos en el mar de desconocidos y bizarros personajes.

B—Adelante!— Y arremetimos hacia la feria para ver que era lo que se vendía en ese lugar.

Conforme avanzábamos íbamos descubriendo la arquitectura del lugar. Callejones laterales conducían a mas negocios, todos semejantes. En los primeros negocios que encontramos habían toda clase de figuras religiosas, eran de variados tamaños y evocaban diferentes divinidades. Eran atendidas estas tiendas por sujetos de atuendos bastante neutrales, pero se notaba que ocultaban algo tras sus puestos. Encontramos diferentes objetos de culto, amuletos, emblemas, y toda clase de joyería y objetos paganos. En ese lugar, latente bajo una capa de modernidad e innovación, se movía una energía primitiva proveniente de quizás eones en el pasado. Algunas imágenes me llamaron la atención, como por ejemplo la imagen del sabio Maestro Roshi, otra de un gran simio siyajin, pero principalmente unas encantadoras imágenes de una por mi muy querida diosa, Saori Kido. Los costos de las imágenes allí expuestas hacían entender una de dos cosas. O bien estas imágenes estaban embebidas de un karma inherente en todo objeto allí presente, o bien era una interminable trampa para incautos como nosotros que no entendíamos el sistema de esta ciudad. Yo estaba acostumbrado, y arto, de lidiar con vendedores de recuerdos para turistas en todas mis incursiones al área céntrica de la gran jungla de cemento y veía una escalofriante semejanza aquí.

L—Estos eventos son para comprar cosas…

Puede que si, puede que aquí sea diferente. Puede que sea parte de la cultura el comprar. Quizás entre estas figuras religiosas se encuentren valores que den sentido a las vidas de los sujetos que nos rodean. Quizás la posesión de una seleccionada cantidad de dichas figuras incremente en ellos el grado de conectividad personal con la divinidad. O puede que esta ciudad sea, muy a pesar de todo, un reflejo de la otra ciudad de la cual yo vengo, y aquí el sistema también pretenda engullir el capital a través abuso de posesiones. Pensé que tendría que adquirir algo para no desentonar, quizás no deba dejarme llevar por mis absortos sentidos y elegir el articulo adecuado. Esperé a que llegue el momento.

Me entró entonces la curiosidad y paré a una persona que parecía mas o menos semejante a un arquetipo de persona normal, y le pregunté:

B—¿En donde estamos?

—¡ja! no sabes en donde estamos? ¡ja!

B—[…]

—¡Estamos en Narutolandia! ¡El lugar mas chevere ke aii!

B—¿No querrás decir “que hay”?

—no, en Narutolandia esas cosas no importan!— Nos miramos unos segundos y se fue, y se perdió entre la multitud.

Seguimos avanzando por la feria de la avenida y esquivando sujetos de raros atuendos.

...

2 comentarios:

Sebastian P. dijo...

¡Muy Bueno! ¡Ya quiero el original para ponerlo en mi biblioteca!. Me guardo los comentarios para mas adelante. Por demas, el nivel y calidad de la historia no solo se mantiene, sino que se mantiene en ascenso.. me hacer acordar a cuando sale una buena serie por la tele y tenes que esperar 1 semana para ver el siguiente capitulo jaja.. ¡pero asi es mejor! Las buenas cosas tienen esa autoridad que les permite "hacerse esperar".
salu2

XflemeraX dijo...

jashjsahsaasj....tanto para decir que los aotakus nosinvaden..y pronto se va psotular paar presidente el japo que cantaba
megade megade megade♫
jashjsasa
beso joako..q siga la joda :3