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2011-03-21

La Escapada de Narutolandia, Acto 10

Ante nosotros cuatro rumbos. Podíamos regresar de donde veníamos, podíamos ir para un paredón en donde no había nada, podíamos ir a una plaza donde habían mas sujetos extraños o a una enorme puerta cerrada. La relación de Juan con los afueras, conciente e inconsciente y el hecho de que sean cuatro los rumbos me hacía pensar… ¿En que momento lo que parecía ser un complot misterioso se volvió una distorsión del espacio-tiempo y un convergencia psíquica? Tenía que conservar mi objetividad para no volverme loco aquí!

J—Vamos al portón, quiero investigarlo, y de paso descansamos por cualquier lugar, hemos caminado mucho hoy!

L—Me parece bien, vamos al portón.

Nos dirigimos hacia la derecha por la avenida principal. La avenida estaba flanqueada por altas palmeras y contra las paredes algunas personas se sentaban y charlaban, parecían de lo mas normal incluso con sus atuendos. Habían algunas muchachas vestidas con elegantes atuendos que combinaban diseños japoneses y chinos con ropas modernas. Me parecieron en seguida que se trataba de geishas, se me vino a la mente la obra o historieta “Sin City”, argumento que transcurría en una ciudad constituida únicamente por asesinos y por agrupaciones de prostitutas mafiosas…

B—¡Mirén eso!

L—¿Qué se supone que están haciendo esos?

J—Están peleando…

Se trataba de un grupo de narutistas. Estaban cerca del gran portón y habían hecho una ronda dentro de la cual dos de ellos se trenzaban en una lucha. Pero era un lucha imaginaria, ellos no se dañaban de verdad. Posaban todo el tiempo como si fuesen Power Rangers y exclamaban el nombre de la técnica que hacían o que habrían de hacer. Cada tanto arrojaban un poder o arma imaginaria.

J—¿Y si les preguntamos?

L—Hacelo vos que sos el que mejor se comunica con personajes raros.

J—Gracias… Es un don que tengo…

B—¿En verdad nos deberíamos atrever a interactuar con los narutistas? Hasta ahora me parecieron muy sectarios…

L—Yo creo que es demasiado prejuicio de tu parte.

B—Precaución…

J—¿Qué podemos perder? Acá tenemos a Lucía que es campeona de lucha.

L—¿Vos también me vas a agredir?

J—Pero si no te estoy agrediendo!

B—Y convengamos que tenes mucha fuerza y unas garras amenazadoras!

L—Cállense o van a conocerlas! (A mis garras)

J—Si, mejor nos callamos, yo ya las conozco…

B—¡Y también las fauces!

J—¡También, jajaja!

L—Los estoy escuchando…

J—Vamos a hablar con ellos.

No podría describirlos mucho, no conozco lo suficiente la cultura narutista, solo lo suficiente como para reconocer ciertas características propias de ellos. Claro que si lo desean pueden pasar desapercibidos. Hay quienes me han sorprendido al reconocer su “narutismo”, yo nunca habría imaginado dicha inclinación mística… Todos los sujetos tenían capas negras con nubes rojas. Uno de los que peleaba tenía ropa azul y vendajes, el otro vestía de naranja. Nos acercamos al grupo y miramos un rato, enseguida un narutista se acercó y nos habló.

N—¿Se les ofrece algo? Ustedes no parecen estar vestidos adecuadamente para este lugar…

J—Es que no tuvimos tiempo de vestirnos adecuadamente.

N—Está bien, parece que no están acostumbrados, pero sería mejor si se visten con una vestimenta mas, adecuada.

L—Si, eso lo vamos a hacer, pero tenemos que organizarlo mejor.

B—¿Están practicando algún tipo de kata?

N—¡Oh! ¿Eso que están haciendo esos dos?

B—Si.

N—¡Efectivamente! Están practicando un kata…

J—¿Cómo se definirían ustedes entre si?

N—… ¿A que te referis?

L—Mi amigo Benjamín dice que ustedes son “Narutistas”.

N—¡Efectivamente! Somos narutistas…

B—¿Vienen de afuera? Es decir… ¿Ustedes atravesaron la entrada de las puertas negras?

N—¡Efectivamente! Atravesamos esas puertas…

J—¿Sos peronista?

N—¡Efectiva… No, no soy peronista…

L—[Pensé que iba a decir que “efectivamente, soy peronista”]

B—[Yo también lo pensé]

J—¿Por qué están practicando esos “katas”?

N—¿Y que otra cosa vamos a hacer? Hemos venido para esto.

B—¿Para practicar katas? Digo yo, podrían practicar nin-jutsu…

N—No entiendo…

B—No importa… ¿Ustedes han venido acá solamente para practicar sus katas?

N—Es que en otro lado no es lo mismo.

J—Eso es cierto.

L—Si, supongo que no podrían disfrazarse y jugar en una plaza, serían mal visto.

N—No entiendo… ¿Qué plaza, que disfraz? Sencillamente no tiene sentido ser narutista si no es para venir a estos eventos. Y un narutista de viste como narutista y hace lo que hace un narutista… ¡Ustedes no son narutistas, no entienden y no creo que entiendan!

L—No, no somos narutistas y no te entendemos…

N—¡Efectivamente!

B—Hay algo que me inquieta, señor narutista… Y es que parece que en este lugar hay diferentes facciones… Ustedes son narutistas, pero deben otros grupos, como los nekos.

N—¡Oh! El que no es narutista es inevitablemente otra cosa…

L—Eh… ¡Efectivamente!… [Esto no nos lleva a ningún lado]

J—Creo entender a lo que mi amigo se refiere. ¿Los narutistas tienen rivalidad con alguna otra facción o grupo?

N—No, no. Los narutistas somos pacificos y nunca peleamos.

J—¿Entonces por que practican katas?

N—Por las dudas.

J—¡Vamos al grano! ¿Saben quien está detrás de todo este evento?

N—¡Efectivamente!

J—¿Quién?

N—Los organizadores del evento.

L—[Esto ya pasó con el sonidista Pablín]

B—¿Y conocen a los organizadores del evento?

N—No en persona, pero al final del evento harán una presentación especial y dirán unas palabras… Bueno, si me disculpan, señores desconocidos no-narutistas, si no tienen mas interrogantes y no van a sacarme alguna foto en la que pueda posar con gestos narutistas…

B—No, podes irte narutista…

N—Que disfruten su paseo por Narutolandia!

J—¡Efectivamente! Eso haremos.— El narutista se volvió a su grupo y comentó algunas cosas con otro narutista, pude ver una sutil sonrisa.

B—Creo que nos estaba tomando el pelo…

J—Yo no lo creo.

L—Estas seguro entonces…

J—¡Efectivamente!

L&B—¡Dejate de joder con eso!

J—¡Jajajajajaja! Vamos a sentarnos junto a aquella pared.

B—Vamos.

Nos acercamos a una pared y nos sentamos en una pequeña escalera que daba a un callejoncito angosto que conducía a un lugar desconocido al que no habríamos de ir nunca. Desde allí observamos el gran portón y a los narutistas. El portón era de madera pero tachonado. Era enorme tendría fácilmente unos cinco metros de alto. Por encima de él no había nada, parece que se abría hacia un lado como cualquier puerta. Parecía sellado, no aparentaba ningún rinconcito por donde se pudiese ver o filtrar el aire. Tampoco tenía diseño o marca mínima como para divagar algún simbolismo. Lo único que me llamó la atención fueron dos cosas. Una es que sobre el portón, en el cielo, no había nubes, me daba la sensación de una gran soledad detrás. La otra es que parecía que el portón estaba siendo omitido por todos, como si no estuviera allí. Tal vez el afuera que estaba detrás de ese portón era tan gris como el afuera de detrás de las puertas negras de Narutolandia…

J—Lucía, sacá los brebajes mágicos que te quedaron, tengo sed y necesitamos de energías para continuar.

L—Solo me queda esta botella, pero la compartimos.
.

1 comentario:

Sebastian P. dijo...

Por fin!
hacia tiempo que esperaba la continuacion de esta historia!. Entonces, todo sigue su curso.¿intentaran nuestros heroes atravesar ese solido porton o quizas es que intentaran alguno de los otros 3 destinos?. ¿Colmaran la paciencia de la aterradora lucia nuestros campeones, y sufriran las consecuencias? ¿Se desatarra una cruenta y bizarra batalla entre facciones? ¿Reapareceran pablin o el samurai azul? ¿O quizas la hechicera egipcia?
¿conseguiran capas con nubes negras para fugarse entre un grupo de narutistas?
¡Los interrogantes son muchos y las fronteras muy abiertas en las tierras allende la puerta negra!