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2012-12-13

Sin Destino



—¿Por qué me embarqué en este barco y no en otro?
—...
—Uno deja pasar las oportunidades, es más seguro esperar el momento indicado.  ¿Sabes?  Creerías que lo que digo es propio de un cobarde o de un conformista.  Pero resulta que es normal el acobardarse un poco, el miedo no es malo en sí mismo, es una advertencia que si se la sabe escuchar, enseña!
—Ajá...  ¿Entonces por qué abordaste este barco?
—¿Qué es lo más seguro, quedarse en tierra?
—Eso depende.  Para mi quedarme en tierra es la muerte, es marchitarme lentamente...
—¡Exacto!  Eso es.  Lo más seguro es preservar la integridad de uno mismo.  Por que si uno no es uno mismo, se muere, y eso no es para nada seguro, no lo es!
—¿Y por qué abordaste este barco y no otro?
—Por que todos los otros barcos eran simples barcos, no valían la pena, el miedo me decía que no valía la pena.  ¿Perder las seguridades obtenidas por un pedazo de madera a la deriva?
—¿No estamos en un pedazo de madera a la deriva?
—¡No lo estamos!  Este barco es diferente, con este barco me identifico.  Encontrarme con este barco es darme cuenta de mi destino.  Lo reconocí por que tiene un poco de mi.  Será por que es una exótica mezcla de materiales tradicionales con diseños modernos.  Será por que la tripulación no huele tan mal como otras, jaja!
—No lo digas en vos alta, te lo recomiendo mucho...
—Será por que estás tu, que no eres cualquier capitán, eres como una diosa del mar encarnada, una pitonisa del océano!
—¡Callate!  No vuelvas a decirme esas groserías.
—¡Pero no son groserías!
—Si lo son para un mercenario como yo.
—“Una mercenaria” dirás...
—No, dije “un”.  Eres demasiado blando para este barco me parece...
—No te creas...  ¿En donde estaba?  ¡Sí, estaba en que este barco es diferente!  Por que el encontrarme con este barco es darme cuenta de que es mi destino.  No es un riesgo subir, un riesgo es no subir.
—Te cagarás encima en la primera tormenta, jajaja!
—Las tormentas que vendrán son parte de mi historia, sería tonto temerles, sería tonto preocuparme.
—Yo no creo en el destino...  ¿Sabes?  Yo creo que las estrellas saben más de nosotros que nosotros mismos...  Pero no creo en el destino.  No en cuanto a que no podremos jamás saberlo!
—El destino es, mi querida capitana, nuestra identidad!

Daniela se alejó de la baranda de madera en donde estaba Simón, fingiendo en su rostro cierto desprecio necesario para preservar su estampa, pero conteniendo con fuerza una sonrisa de satisfacción por haber encontrado con palabras nuevas el discurso que se decía siempre a si misma.
Simón fingió que no sentía un poco de náuseas con el vaivén del barco...


Nota:  “Sin Destino” es el nombre del barco.


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3 comentarios:

Jora dijo...

"En un barco de madera, en un grupo de mercenarios... Si puedes cocer un matambre, también puedes cocer una herida!"

Sebastian P. dijo...

Interesante alegoría. La entiendo a dos niveles, a un nivel metafísico (el barco como la vida misma) y a un nivel mas coyuntural, es decir, a esa situación en que se encuentra todo el que se aviene a un cambio. Hay una tensión entre mar y tierra, movimiento y quietud, aventura y rutina. Pero detrás de esos juegos de opuestos creo que hay un par escencial, y es mismidad-alienacion o, mas simplemente, Yo – Otro. Basicamente, el destino es ser yo. Es el único destino del que podemos estar seguros en cuanto a que lo auto-establecemos. El otro camino, el del extrañamiento, “perdida del alma”, dirían los indios, es la perdida del fin. O, mejor dicho, es la ganancia de un fin y la perdida de uno mismo o, dicho mejor aun, la perdida de uno mismo como fin. Destino es poder decir “yo soy mi propio fin: Parto de mi mismo, voy por mi mismo y hacia mi mismo”. Ser mi propio puerto, ser mi nave, mi mar y mi trayecto todo: Eso es el Destino.

Jora dijo...

Sí, esa era la alegoría... Sé que es un cliché, eso de "la vida como un barco". Pero tiempo atrás se me había ocurrido escribir algunos relatos de piratas y nunca lo hice, aproveché el momento.

Apunté también a que el riesgo verdadero en las elecciones, es aquél que te aleja de vos mismo. Por lo que la propia identidad está más segura cuando se toman ciertos riesgos...