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2013-07-30

Fantasia transliterada

El campamento del sexto batallón era inmenso y estaba muy bien guarecido. Era la noche de un Martes y los mercenarios planeaban una infiltración, quizás tomar algún prisionero, o poner una bomba en un lugar estratégico. La segunda al mando, que era una intrépida espadachina, contemplaba la silueta de las carpas exteriores al iluminarse sus contornos por los fuegos entre los que algunos guardias se relajaban confiados de su número superior. Los ojos de la comandante se entrecerraron distinguiendo una sombra familiar que se adentraba en el campamento. El jefe de los arqueros distinguió la forma y le comentó...
“Nos traicionó... ¡Mirad como se mete en el campamento enemigo con toda tranquilidad! Sabe que será bien recibido...”
“No lo creo, está tramando algo, una acción suicida... ¡Rápido, vamos a atacar, lo van a matar!” Rápidamente la comandante desenfundó su espada, pero fue detenida por sus compañeros que le dijeron...
“Si es cierto que emprendió una acción suicida, ya está muerto... Nosotros no podemos arriesgar la misión por él y lo sabe...”
“¡Pero es un estúpido, no va a poder con ellos! Seguramente va a querer ser diplomático. Lo van a matar...” Una joven y robusta guerrera se acercó cabizbaja y le habló a la espadachina...
“Vos no querías que él use su magia negra y por eso se estuvo comportando como un sacerdote curandero, pero su naturaleza es de nigromante, y eso es lo que está haciedo.”
“¿Va a usar las artes oscuras, va a invocar a los demonios? Ni aun así va a poder...”
“¡Jajaja! Lo subestimás, es un maldito, y lo único más maldito que él son sus maldiciones...”
Los gritos empezaron a salir del campamento del sexto batallón, las carpas empezaron a arder, los sonidos de espadas se mezclaron con gruñidos y alaridos y un olor sanguíneo se levantó. Luego de una hora, aproximadamente, el campamento era una ruina y los mercenarios caminaban entre cadáveres desfigurados. En el centro del campamento estaba el cuerpo bizarro del nigromante, levantó su cabeza con seriedad fría y dijo...
“El campamento está contaminado, no toquen nada, no coman nada. ¡Debemos quemarlo todo!” Y diciendo esto tomó una antorchá y comenzó a quemar cuanta cosa y cuanto cadáver veía.


“¿Qué has hecho? ¿Que pacto diabólico has invocado?” Le preguntó la espadachina al nigromante. “No entiendes esta magia, simplemente los infecté y los manipulé. Pero sabía que esto no te iba a gustar y traté de contenerme... Esta guerra se está saliendo de control y no me puedo dar el lujo de perder a mas personas, y tu siempre vas adelante en las embestidas, mi estimada! Lamento decepcionarte... Sabrás que nadie cambia en esta vida, solo nos adaptamos, solo nos adaptamos! Quizás la vida misma es una mera adaptación, jeje.”


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