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2019-01-17

El Guardian

Así como me ves, seguro te sorprendés si te digo que yo fui guardián de una de las puertas del infierno. ¡Sí, sí, yo mismito! Fui guardián de una de las puertas malditas por más o menos trecientos años. Bueno...
¿Conocés que hay tres reglas que cumplir para poder salir del infierno? Siempre y cuando uno no sea un condenado, por supuesto, por que sino difícilmente saldrás de ahí a menos que sea como un fantasma para atormentar a los vivos por encargo de alguno de los jefes... Jefés, sí, el infierno tiene muchos jefes. Imaginate algo así como un edificio más ancho que largo, laberíntico, con pasillos que conducen a salas de espera, donde se bifurcan más pasillos, y oficinas, que dan a recovecos con habitaciones desconocidas y más oficinas y archiveros y escaleras que suben y bajan sin razón... Bueno, es uno de los infiernos, por que hay muchos. Pero por regla general, el infierno es pequeño y frío y no esos mares de lavar ardiente tan famosos... Bueno, sí, pero esos son los jardines de los más jefes, los archi jefes o no sé como se llaman, o reyes a lo mejor, o jueces.
¿Donde me quedé? ¡Claro, claro! Las dos reglas para poder salir del infierno, una es no mirar atrás, y la otra es no comer y no beber nada procedente del infierno. Bueno... Resulta que yo estaba de paso, esperaba una carreta para ir a otra ciudad y un paisano se estaba tomando unos mates. No va que yo le pido que me convide uno... ¡Tenía mucha sed y era una noche fría! Me dijo que estaba amargo, re lavado y tibio, y le dije que no importaba. El sujeto salió por el arco de la puerta como si arrastrara un gran peso y me extendió el mate. Para mi sorpresa no estaba tan mal, sí era amargo, lavado y frío, pero tenía algo... Creo que le había puesto ginebra el hijoputa! Me dijo con una seriedad parca que me lo tome ahí mismo en la calle, que no entre, como si se tratase de una advertencia piadosa. Pero, el sujeto entró por que lo llamaban de adentro, se retrasó. Entoncés me asomé y le dejé el mate en una mesita que tenía ahí. El sujeto estaba hablando con una figura sombría, se quedaron en silencio y miraron mi pie derecho que había puesto dentro del cuarto.
Bueno, no puede sacar el pie, no pude irme. El sujeto me explicó que estaba ni más ni menos que en una de las puertas del infierno. Una puerta de servicio en realidad, y de poco uso, pequeña, pero una puerta del infierno al fin y al cabo. Como había bebido, y también habia mirado atras, o adentro, ya no podía salir. Pero, de todos modos, no era exactamente el infierno, era la puerta, eran unas salas aquí en el reino de los mortales pero que pertenecían al infierno. Así que el sujeto me planteó lo siguiente, no podía irme pero como no era el infierno tampoco tenía que necesariamente quedarme dentro. Estaba condenado a quedarme en esas salas! Pero no era tan malo, mientras estuve ahí no envejecí nada, y no necesitaba ni comer ni ir al baño, aunque hacía esas cosas por placer o por seguir sintiéndome humano.
Bueno, el sujeto resulta que era el guardián de esa puerta y ahora yo también lo era, estaba a su cargo. Y no era tan malo, me dijo que ahora que eramos dos podíamos turnarnos y salir un fin de semana por medio por ahí, pero teniendo que volver puntualmente bajo pena de envejecer abruptamente todo lo no envejecido año tras año.
Te voy a contar un secreto, a decir verdad, eso de guardián es un poco tramposo. En realidad no eramos guardianes sino porteros. El truco estaba en que si nos mataban no habría forma de abrir la puerta desde afuera. Eramos una carnada... Eso era malo, pero lo bueno es que muy pocos seres en el mundo querrían entrar al infierno por la fuerza.
¿Y qué pasó? Era una puerta poco importante y la cerraron... Ahora ahí mismo hay un Sub-Way o como le llamen. "El Camino de Abajo", "El Subterraneo" ¿No es demasiado irónico y casual? Sospecho que tercerizaron muchas porterías y de paso hicieron negocios. Me cuentan que una de esas puertas de un sujeto que no llegué a conocer, estaba disfrazada de un parrilla, y tan solo entrar parecía el inframundo, y si pedías salsa picante sabía al mismísimo infierno. Y ahora también ahí hay un Sub-Way! No es casualidad, no, es un negocio diabólico... Bueno, la cosa es que me desvincularon de la portería. El guardián con quien compartí trecientos años fue a parar a otros pagos, él era de planta, tenía su identificación dibujada con rayitas finitas y gruesas como si fuesen los barrotes de una cárcel. Y yo me volví mortal nomás, pero empecé a envejecer de ahí en más normalmente.
Entonces, yo puedo decir que fui guardián de una de las puertas del infierno, y que tengo más de trecientos años de experiencia de vida! Pero, este, trecientos años tomando mate en un umbral y hablando de las mismas cosas todos los días, de minas, de futbol, de las parcas siluetas que entran y salen...
En fin. ¿A qué iba todo esto? ¡Sí, ya me acuerdo! Que si te insinúan que una bebida está mala, si no quieren convidarte, no insistas, a lo mejor no es de ortiva sino de piadoso, pero igual hay que ser ortiva para guardar las apariencias... Si no quieren convidarte, no insistas. Y si insistís, bueno, atenete a las consecuencias, uno nunca sabe en donde entra.

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