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2010-10-29

El Nombre del Politico Muerto


Diré que el sujeto que muere y el nombre que queda se separan. El sujeto que muere es en su lecho un manojo de sentimientos en una conglomeración de células inestables. El nombre está asociado a todo el bien y el mal que a hecho el sujeto cuando aun estaba unido a su nombre. El político en su lecho de muerte deja de ser político y se trasforma en un manojo de sentimientos en una conglomeración de células inestables, pero su nombre es utilizado por un mecanismo mafioso para facilitar el abuso del pueblo.


(He vivido a muchos sujetos muriendo y sé como se separan de sus nombres)

(No se entienda “nombre” literalmente)




¿Qué puedo decir?


Yo le he perdido hace mucho tiempo la fe a la humanidad como maza. No creo en ningún político y sé que todos los políticos que triunfan lo hacen a costa de otras personas. He vivido y vivo situaciones que me enseñan que el ámbito de la política es una basura y que sus jugadores son peor basura.


He llegado a la conclusión de que la vida en si misma vale tanto como la de cualquier “cosa” que tenga vida y en un principio no vale mas una vaca que una persona, y yo como carne… Por lo que lo único que da valor a la vida de alguien es lo que hace este alguien con su vida, su nobleza y sus acciones. El valor divino de la vida es harina de otro costal…


La verdad es que una persona en su lecho de muerte queda despojada de todo el bien y el mal que ha hecho y solo queda un manojo de sentimientos aferrados a una conglomeración de células inestables, lo he contemplado en persona muchísimas veces. Un individuo muriendo no es mas ni menos que un individuo muriendo, pero el nombre… ¡El nombre es otra cosa! El nombre está unido a muchos símbolos y a muchos sujetos que están vivos y hacen uso bueno o malo del nombre. El nombre se separa del sujeto que esta o que ha muerto y se mantiene relacionado con las acciones hechas por el sujeto que ya no es su nombre. En la política el nombre queda sujeto a un sistema que suele estar corrupto y al honrar al nombre se le otorga poder a un sistema nocivo. El sujeto que muere puede ser tratado con toda la compasión que se tenga a mano, pero honrar el nombre no tiene nada que ver con el sujeto y da nada le sirve.


Yo solo veo un nombre, por que el sujeto que ha muerto es para todos inaccesible, y que ese nombre implicado en muchas desgracias para inocentes es alzado en glorias y que esto ayuda a una mafia corrupta que quisiera yo que deje de parasitar mi país. Un país debe elegir políticos nobles que representen al pueblo y no políticos corruptos que lo gobiernen. El pueblo inmaduro del que forma parte busca mecías que asuman las responsabilidades que son de todos. Y los políticos corruptos se disfrazan de mecías bondadosos. Y cuando un sujeto muere y su nombre se alza en gloria, ese nombre se transforma en un símbolo mesiánico que se usa hasta el hartazgo para manipular al pueblo.


Lo que grita la gente en la gran plaza no es el nombre del sujeto despojado de sus acciones y desnudo ante su muerte. Lo que grita la gente en la gran plaza es un símbolo con mucha carga cultural unido fuertemente a una mafia que se está asegurando la permanencia del poder sobre el pueblo.


Al sujeto que nunca accederé y que muere y que ha muerto no lo pienso, mis acciones son irrelevante ante sus circunstancia y mi actitud sería otra ante el sujeto de tenerlo con migo. Pero el nombre que sirve para facilitar a un mecanismo mafioso a que abuse de un pueblo, a ese nombre lo repudio y a su símbolo y a su historia y a sus asociaciones!

...

2010-10-13

La Escapada de Narutolandia, Acto 3

Llegamos al fin a la entrada del fin… Junto a nosotros una ventanilla donde muchos tramitaban pasaportes, por suerte yo había comprado los pasaportes con anterioridad. Recuerdo que esa vez estuve en un lugar cercano a las puertas negras, pero no alcancé a verlas en un principio, como si un aura las separase de la gente que ya tiene una intención en su viaje. En una cuadra cualquiera, en una parte de la misma, una entrada ordinaria a una galería ordinaria. Parecía algo tan ordinario que llamaba la atención. Estuve recorriendo el lugar un largo rato buscando el lugar en donde habría de adquirir los pasaportes. Muchas veces estuve a punto de hacer preguntas pero, lo que parecía ser ordinario era una fachada. En las tiendas de la galería había algo raro, era como si cada tienda fuese una embajada de un mundo distante, un lugar alejado de aquel mundo que veo a lo lejos cuando veo hacia la entrada de la galería, en la calle por donde pasa la gente y los autos. “Wish”… Creo que esa palabra era parte del nombre del lugar, no recuerdo lo que imaginaba que era el lugar que buscaba, pero al fin lo encontré. En un rinconcito y con vidrieras cubiertas de azul y negro, era un lugar chiquito y dentro me encontré con unas vendedoras y unas clientas. Recuerdo que una de las clientas era una jovencita japonesa. Esto me resultó muy llamativo, era como si fuese realmente una embajada de otro mundo. Y esa tienda era diferente a lo que imaginaba, como dije. Estaba bastante vacía incluso para ser pequeña, y lo único que había en ella eran prendedores y alguna que otra calcomanía, y otras cositas que olvidé. Creo que en ese lugar hacían prendedores por encargo. Esa fue la primera vez que me sentí demasiado grotescamente normal y auguré que esa sensación habría de sentirla seguido, y no me equivocaba. Hablé con la vendedora luego de que la clienta japonesa se fuese con su prendedor y le pedí aquello que iba a buscar, los pasaportes hacia el evento que sucedería en el fin. La clienta mi miró consternada, no sabía a lo que yo me refería y por un momento pensé que me iría de allí con las manos vacías. ¿Sería que hubiese que hablar un lenguaje particular para interactuar con esta gente? Dudaba entonces de si realmente había oído a la joven japonesa hablar español, japonés, o algún otro dialecto. Le expliqué como pude a la vendedora lo que quería y al final comprendió. Se refirió al evento con un nombre extranjero extraño y largo, es como si el evento mismo tuviese un nombre propio. ¡Y con apellido incluso! Como si se tratase mas de una manifestación de una entidad en lugar de un encuentro. Resumiendo, adquirí los tres pasaportes y me fui contento, pero me quedó esa sensación de extrañeza. Al volver pasé por en frente del lugar en el que habría de celebrarse el evento con nombre y apellido pero casi no lo percibo. Aparentemente sí había una manifestación que se habría de hacer presente para permitir notar la entrada a ese mundo extraño, en ese momento no se manifestaba nada, las negras puertas parecían muertas.

Estábamos entrando, eso decía… Los guardias sin voluntad nos revisaron como si llevásemos con nosotros alguna clase de armamento escondido, eso nos extrañó, ahora entendíamos uno de los motivos de tanta demora. Habían organizado, o desorganizado, un operativo de seguridad y prevención. Luego habría de parecerme ridículo que se demorara tanto tiempo la entrada por un operativo de seguridad teniendo en cuenta los peligros inimaginables que en la ciudadela y alrededores acontecían. Pero me estoy ahora adelantando demasiado. —Claro, será una forma de equilibrar el abuso de “flashback”— Los centinelas nos hurgaron como se le haría a un sospechoso de un crimen y nos dejaron entrar. Ante nosotros una serie de rejas y cercas metálicas, muros negros, cortas y anchas escaleras y rampas. Era una retorcida pendiente que se oscurecía cuanto mas se la recorría. Al final una pared negra que tuvimos que recorrer y no encontrábamos la entrada, pero en un momento vimos un pasaje y lo atravesamos, entonces estuvimos dentro al fin!

Nos encontramos en un oscuro callejón aparentemente techado, me recordaba a una de las entradas a la Fortaleza Ilimitada. No sabíamos por donde ir pero vimos unos sujetos raros y supimos que esa era la dirección que buscábamos. Caminamos, llegamos al final del callejón en donde se abría una plazoleta, siempre a oscuras, y ante nosotros se abrió la avenida principal. ¡Inimaginable! No supimos como habíamos llegado allí, era como si hubiésemos caído, estábamos en medio de una gigantesca avenida peatonal. En los laterales habían altísimos edificios, todo oscuro, y sobre nosotros llegamos a ver que el cielo estaba cubierto por un techo de humo. Era una manifestación física de la falta de atención que se le daba el cielo. En este lugar la atención era importante, parece que la atención hacía mas real a las cosas. A los flancos también divisamos comercios. Era una eterna fila de tiendas de feria de cosas indescifrables en un principio. Luego distinguimos que los edificios eran, al menos en primera instancia, súper niveles en los que habían mas ferias. Estábamos en una oscura ciudad comercial… Esto no lo esperaba, creí alejarme de los comercios y me encontraba en este lugar atestado de comercios, salía de un mundo gris y me metía en uno negro. Si, era un lugar nuevo y estaba ansioso de recorrerlo, pero algo andaba mal, no era lo que querría que fuese…

J—¡Comida exótica! Allí habremos de ir mas tarde, ya he comido esta clase de comida anteriormente en otro evento como este.

L—No vas a comer nada, te puede hacer mal.

J—Yo puedo comer cualquier cosa, aunque esté viva!

L—¡Noooo! No vas a comer nada dije. No sabes como hacen las cosas acá y son cosas extrañas.

B—Por mi parte quisiera una de esas bolitas de arroz con un rectángulo de alga nori arriba…

J—Se llaman “onigiri”.

B—Onigiri, si, esos quiero comer! Y de paso probar una de esas cervezas japonesas!

L—Eso menos! No van a tomar nada.

B—Si vamos, pero luego.

J—Bueno mis compañeros, vamos a aventurarnos a este mundo nuevo y exótico, vamos a sumergirnos en el mar de desconocidos y bizarros personajes.

B—Adelante!— Y arremetimos hacia la feria para ver que era lo que se vendía en ese lugar.

Conforme avanzábamos íbamos descubriendo la arquitectura del lugar. Callejones laterales conducían a mas negocios, todos semejantes. En los primeros negocios que encontramos habían toda clase de figuras religiosas, eran de variados tamaños y evocaban diferentes divinidades. Eran atendidas estas tiendas por sujetos de atuendos bastante neutrales, pero se notaba que ocultaban algo tras sus puestos. Encontramos diferentes objetos de culto, amuletos, emblemas, y toda clase de joyería y objetos paganos. En ese lugar, latente bajo una capa de modernidad e innovación, se movía una energía primitiva proveniente de quizás eones en el pasado. Algunas imágenes me llamaron la atención, como por ejemplo la imagen del sabio Maestro Roshi, otra de un gran simio siyajin, pero principalmente unas encantadoras imágenes de una por mi muy querida diosa, Saori Kido. Los costos de las imágenes allí expuestas hacían entender una de dos cosas. O bien estas imágenes estaban embebidas de un karma inherente en todo objeto allí presente, o bien era una interminable trampa para incautos como nosotros que no entendíamos el sistema de esta ciudad. Yo estaba acostumbrado, y arto, de lidiar con vendedores de recuerdos para turistas en todas mis incursiones al área céntrica de la gran jungla de cemento y veía una escalofriante semejanza aquí.

L—Estos eventos son para comprar cosas…

Puede que si, puede que aquí sea diferente. Puede que sea parte de la cultura el comprar. Quizás entre estas figuras religiosas se encuentren valores que den sentido a las vidas de los sujetos que nos rodean. Quizás la posesión de una seleccionada cantidad de dichas figuras incremente en ellos el grado de conectividad personal con la divinidad. O puede que esta ciudad sea, muy a pesar de todo, un reflejo de la otra ciudad de la cual yo vengo, y aquí el sistema también pretenda engullir el capital a través abuso de posesiones. Pensé que tendría que adquirir algo para no desentonar, quizás no deba dejarme llevar por mis absortos sentidos y elegir el articulo adecuado. Esperé a que llegue el momento.

Me entró entonces la curiosidad y paré a una persona que parecía mas o menos semejante a un arquetipo de persona normal, y le pregunté:

B—¿En donde estamos?

—¡ja! no sabes en donde estamos? ¡ja!

B—[…]

—¡Estamos en Narutolandia! ¡El lugar mas chevere ke aii!

B—¿No querrás decir “que hay”?

—no, en Narutolandia esas cosas no importan!— Nos miramos unos segundos y se fue, y se perdió entre la multitud.

Seguimos avanzando por la feria de la avenida y esquivando sujetos de raros atuendos.

...

La Escapada de Narutolandia, Acto 2

Nos acercamos a la entrada del lugar, el llamado final…
J—Entonces es aquí mis camaradas! Es esta la puerta por la que termina el mundo que conocemos y empieza otro por conocer, y saben que yo nunca he aceptado la frase “malo conocido que bueno por conocer”. ¡Que empiece la aventura!
B—¿Saben? Ya estaba sintiéndome incómodo entre estos sujetos extraños.
L—No son tan extraños. Ellos son mas parecidos a nosotros de lo que nosotros somos a nosotros mismos. Ellos se atreven a verse como se sienten y deberíamos haber hecho lo mismo. Estoy segura que en alguna otra ocasión haremos lo mismo.
B—No cuenten con migo, yo soy yo mismo así como soy y no proyectando sobre mi mismo un arquetipo ajeno.
J—Ajá, pero no es acaso tu personalidad una proyección de vos mismo, sin ser vos mismo, al fin de cuentas?
L—¡Cállense! Ahora si parecemos mas extraños que ellos.
Ya había dicho que el lugar parecía un templo enorme con una negra puerta de metal custodiada por sombríos centinelas sin voluntad propia. A unos pocos metros había una escalera que llevaba a un lugar desconocido, pero se encontraba cerrada. Eso me recordó a ciertas ocasiones en las que jugando algún juego de rol o de aventuras he pasado por puertas cerradas que me han advertido que tendría que buscar alguna llave para develar algún misterioso tesoro escondido. Era solo una idea que apareció en mi mente, sabía que esa escalera no era parte de la historia, pero estaba allí. —Constantemente nos encontramos con puertas, escaleras, pasajes, estaciones. Son fantasmales fronteras a historias paralelas en las que sabemos nunca entraremos. Una mas entre alternativas pasadas por alto. Muchas veces he reprimido el impulso de entregarme a una caminata sin rumbo aparente para descubrir caminos que nunca he caminado entre los callejones de este laberinto cuadriculado… Esta no sería la ocasión, pero sentía también que tras esas puertas había una frontera nueva, eso era alentador.
El camino por donde la extraña muchedumbre esperaba estaba obstaculizado por la misma, de modo que tuvimos que caminar bordeando la ruta, a merced de inescrupulosos conductores que no pedían permiso. Caminamos junto a seres de atuendos exóticos, muchos de ellos escoltados por guardias celosos que no permitían que se alejasen demasiado del mundo formal. Me preguntaba para que es que estaban estos guardianes, era su presencia mas bizarra que los bizarros que hacían fila.
Pude reconocer entre los atuendos aspectos similares, era evidente que los sujetos estaban ejecutando roles, interpretando, parecía un juego en el que todos se disfrazaban. Pero no era así, para los ojos mundanos era una enorme cantidad de raros jugando a ser otros. Alguien como Lucía, Juan y yo, a pesar de nuestras críticas constantes, podíamos identificar en estos sujetos una autenticidad mayor de la que uno podría encontrar en cualquiera. A través de las vestiduras diferentes los individuos mostraban una personalidad particular, personal y privada, que no solían mostrar en otras ocasiones seguramente. En la mayoría de las culturas existen “juegos” en los que los participantes se disfrazan, pero jugando a ser otras personas no hacen mas que dar libertad a una personalidad oculta en las profundidades de ellos mismos. Esta es una sensación liberadora, recuerdo cuan liberador era en la infancia jugar a ser otro… —¿Acaso no seré yo el disfrazado en una ciudad de seres disfrazados? Todos en la ciudad disfrazados del mismo personaje…
Doblamos la esquina y la fila continuaba, caminamos un poco mas hasta encontrar el final y allí nos quedamos, y tras nosotros llegaron mas personas. Justo unos metros delante de nosotros había algo que yo no esperaba, puedo decir que hasta podía predecir lo que hasta ahora había visto. Estos dos individuos parecían tan normales como cualquier transeúnte, pero llevaban consigo tableros con controles. Parecía que estaban a punto de participar en una monumental competencia de videojuegos, pero esos controles los habían fabricado ellos mismos. Nunca me enteré de lo que ellos harían tras pasar la puerta, no sé que clases de juego habrían jugado, quizás una aventura, quizás ellos jugarían un juego en el que algunos de nosotros seríamos los personajes… ¡Esto ya estaba haciéndome volver loco y recién empezaba todo! Me protegí con mi siempre efectiva crítica despiadada. Me fue fácil, en cualquier dirección encontraba algo de lo que podría reírme un poco si miraba, como diría mi amigo Juan, como un hombre de ciudad.
Cada tanto corría algún grupete de sujetos ataviados con una capa negra y con el emblema de una nube roja, los distiguí enseguida. Estos sujetos eran los mas abundantes y eran los que denominé “narutistas”. Eran como integrantes de una secta o sociedad secreta, bueno, todos los eran, pero los narutistas eran mas secta que cualquier otro, puede que por su gran numero. Unos metros detrás nuestro había un sujetos de llamativo piloto y gorro rojo junto a una muchacha de azul que se comportaba como si fuese su esclava, desde un principio pensé que estaban locos por vestir esas ropas con el calor que nos cubría. Un grupo de sujetos llevaba una pancarta con ellos con un mensaje seguramente ocultista invitando a los presentes a alguna clase de iniciación, preferí no preguntar, ya habría tiempo de sobra para esas cosas.
J—Mi larga experiencia en eventos y recitales me dice que vamos a estar acá mucho tiempo, me voy a comprar provisiones.
L—No te vayas lejos, la fila podría avanzar súbitamente y te vamos a perder!
J—Confia en mi, esta espera da para rato y el calor ya se nos viene encima.
B—Esta bien, anda, pero cuidate de los personajes que se te crucen!
J—¡Pierda cuidado camarada!
J—¿En que estabamos? Si, éstabamos riéndonos de los sujetos locos disfrazados, sigamos!
L—No, vos estabas mirando mucho a Winry…
B—Pues tiene que mirar.
L—¡Callate!— Lucía me dio un buen golpe que casi me hace caer. Mi acto reflejo fue intentar estrangularla. Así es como nos demostramos afecto nosotros.
Al cabo de un rato vuelve Juan con unos petates…
J—¿Qué cuentan de nuevo? ¿Vieron que la fila no avanzó nada desde que me fui?
L—¿Qué trajiste?
J—Unos brebajes mágicos para recomponer energías y prepararnos para la aventura que nos espera.— Con él nunca se sabe hasta que punto habla en serio o no, pero es una de las cosas que lo hace especialmente valioso.
El Sol punzaba sobre nosotros y traspasaba la ropa, la chica disfrazada de policía esclava del muchacho de rojo se había quitado los guantes y las botas de plataforma que llevaba. Cada tanto divisaba alguna fémina de difusa edad pasearse con atuendos lúgubres creo que renacentistas y llegaba a la conclusión de que el Sol a ellas si que las había afectado por no haberse arrancado de cuajo esas vestimentas condensadoras de calor. Una de ellas llevaba una pequeñita galera negra en su cabeza extrañamente peinada…
L—¡Ufa! Estoy aburrida, quiero entrar de una vez!— Lucía infla nuevamente sus cachetes que habría inflado antes de exclamar su aburrimiento. Esta es una conducta que habría de repetirse muchas veces, la de inflarse.
B—¡Esto es terrible! Esta demora está afectando nuestro itinerario, es una falta de respeto.
J—Ustedes no tienen la experiencia que tengo yo, siempre se demoran las aperturas, algo siempre falta y la organización de la seguridad siempre tiene complicaciones.
B—Esos individuos de apagada voluntad, si, esos deben ser los responsables.
J—Es bueno que hayamos adquirido los pasaportes por anticipado, nos demoraríamos mucho si los sacásemos junto a la entrada y nos costaría mas del doble.
L—Yo todavía conservo antiguos pasaportes que he usado, están aquí en mi billetera de la vaquita de san Antonio!
B—Eso es bizarro…
L—Tarado— Sacándome la lengua y abrazando a su querido Juan.
J—¡Avanza!
L—¡Ya era hora! Vamos a ir al fin de este mundo, y vamos a vivir aventuras, y vamos a ver cosas raras, y la vamos a pasar bien.—
B—Tengan a mano sus pasaportes, pero no muy a mano, sospechen de quienes nos rodean— La espera me había vuelto paranoico.
Todos se levantaban. Los que estaban recostados contra la pared, los que se habían metido en el pórtico de una casa para refugiarse del calor. Los narutistas que practicaban sus rituales simulacros en medio de la ruta se acercaban a sus lugares en la fila. Entre los rostros que se abanicaban se notaba un aire de esperanza al fin. Hasta la chica que se había quitado las botas se las volvió a poner y su compañero volvió a ponerse el piloto rojo. Los sujetos que llevaban las consolas se las pusieron bajo el brazo. Las muchachas lúgubres apuraron paso hacia delante, hacia donde alguien guardaba sus lugares, seguro que uno de esos custodios mayores que antes había visto. La fila avanzaba lento…
Al cabo de un rato doblamos la esquina.
J—No tomaste tu bebida mágica Lucía.
L—No, la estoy guardando.
J—Haces mal, no sé si nos las van a dejar llevar con nosotros.
L—No me la va a sacar nadie.
B—Seguro, quien se atrevería?— Otra vez me sacó la lengua…
Doblando la esquina pudimos ver que la fila era inmensa, como si lo hubiésemos olvidado. Las siluetas eran muchísimas y costaba diferenciarlas. En la ruta principal transitaban vehículos en los que no dejaban de asombrarse por el espectáculo. La fila fue avanzando lentamente y, luego de unas tres horas aproximadamente, estábamos llegando a las enormes puertas negras. No recuerdo si fui yo o si fue Juan que dijo brevemente —¡Las puertas de Mordor!— Fue algo que por suerte no fue escuchado, en esa multitud esa palabra sería casi blasfema. Pasamos junto a las escaleras mencionadas y la puerta estaba cada vez mas cerca.
Repentinamente un espacio abierto. Unos sujetos grandes y misteriosos, esos que no tenían voluntad, dejaban pasar de a tandas a nos los que hacíamos la fila. Vimos como se nos alejaban unos cinco o seis sujetos y se iban adentrando al pórtico oscuro que ahora estaba abierto. Yo intentaba ver algo, pero no podía ver nada. Ahora fue nuestro turno, nos acercamos a la puerta negra ahora abierta, entramos a lo que denominaban como “el fin”…

...

La Escapada de Narutolandia, Acto 1

Me había levantado temprano ese día… Tenía planes y no quería que se me retrasara todo. ¡Yo sé cuanto me retraso por hacer todo a las corridas! Tempranito salí de mi casa y fui a comprar el pan. ¡Que extraña estaba la calle! Vacía y gris… Bueno, no estaba gris, pero había algo en el ambiente que permitía esta libertad poética de mi parte. La señora que me vendió el pan me conocía desde que era chiquito y me saludó con su habitual sonrisa y simpatía. Sin embargo, ella y las personas que estaban en el despacho me parecían ajenas a la vida, como si yo estuviese dentro de una película… ¡Como si fuese todo un sueño! Que extraño, por que era todo muy, muy real…… —¡Si, lo era!— Me había vestido con mi pantalón y campera de gin, todo muy práctico, y mi remera no tenía ningún diseño. Y mientras volvía a casa con la bolsa del pan pensaba que debía escapar de ese lugar, que si bien era el lugar en donde estaba siempre, en ese momento no era el de siempre, era un espacio-tiempo absorbedor de conciencias… —Es decir, que si no me ponía las pilas podría pasar el día desapercibido como un relámpago y yo sin hacer nada.— ¡Pero por suerte ya sabía que tenía cosas que hacer que me alejarían de la gris monotonía!
Como decía, tenía planes! Había organizado junto a dos amigos una salida, íbamos a ir a explorar un nuevo lugar que me habían dicho que era “fuera de este mundo”! Al instante supe que debía compartir con ellos esa de seguro fantástica experiencia.
Para llegar temprano tuve que tomar un buen desayuno que me valga también como almuerzo, y salir prontamente! Y salí a las apuradas. No importa cuanto me enliste, siempre termino saliendo a las apuradas! Recorrí las calles de mi barrio, que en ese momento no parecía mi verdadero barrio, mas bien una copia de él. Y llagué al camino Seguro en el que el transporte adecuado pararía. Y esperé un rato. Pero no fue mucha la espera, en seguida llegó un colectivo que tomé con diligencia junto a otros que aguardaban antes y luego que yo. —¡Siempre me deja pensando cuando subo al colectivo, que soy el único que saluda al colectivero antes de indicarle mi destino! Todos se limitan a “ordenarle” la tarifa del boleto. Y yo pienso, si saludo al taxista al subir al taxi… ¿Por que no saludar al colectivero al subir al colectivo?… ¡Pero eso no tiene importancia ahora!—
Estuve un rato en el transporte pensando en como sería el lugar a donde me dirigía, que me esperaba a mi y a mis amigos… Pero pensaba con moderación! El solo hecho de ir a un lugar diferente era un buen augurio.
Observaba a la gente del colectivo. Pensaba… ¿A dónde irá cada uno? ¡Como se mezcla el caos y el orden en la ciudad! Parece la gente una maza alocada, y en cierta forma lo es, pero cada uno tiene un destino y una motivación. Cada uno está interpretando una historia, y todas ellas se cruzan algunas veces, y se juntan, y hasta se comparten, pero siempre siguen siendo historias diferentes. Y yo protagonizo una de ellas… ¡Me asombra como cada cual puede abstraerse de que está rodeado de otras personas! Abstraerse de que cada uno tiene su historia y su destino. Hacer de cuenta que las otras personas son parte del paisaje en lugar de conciencias que como uno buscan un lugar a donde ir, o a donde volver… ¡Entonces lo pude ver! Una multitud haciendo cola. Me di cuenta que había llegado a mi destino! Mi historia y la de todas las personas dentro del colectivo, ellas estuvieron juntas por un lapso de tiempo, pero se separarían! Me bajé mas adelante y me dispuse al lugar tan esperado.
Caminé, aunque relativamente poco. Ya podía notar que algo iba a pasar… Personas ajenas a la realidad de la que estoy acostumbrado ya se podían encontrar! Ellas caminaban normalmente, pero era evidente que no eran de donde es la mayoría de la gente que uno suele ver. Sus ropas, sus actitudes, objetos que portaban… Eso era tan solo un pequeño anticipo de lo que aguardaba! ¿En donde? El lugar al que llegué era singular. Una alta edificación que parecía un templo o un monumento, se levantaba entre todos los edificios con un cartel que indicaba a todos que allí se encontraban en “el fin”! ¿El fin de que? Supongo que el fin de la realidad, el fin de la mediocridad, un lugar en donde terminaba nuestro mundo y comenzaba otro… ¡Todo lo que yo buscaba! Y en el centro del edificio, una enorme puerta negra de metal. Impenetrable, imponente! Y seres oscuros custodiando el acceso, seres sin aparente voluntad, con ojos vacíos, esclavos de alguna entidad habitante del insondeable lugar detrás del portón. Y junto a la puerta, una multitud aguardaba el momento en que el acceso vedado al mundo a donde parecían pertenecer se abra y los cobije… Me enlisté sin dudar en las filas de tan singulares presencias!
Pero luego de un rato de esperar, me preocupé de no encontrarme con mis compañeros de aventuras que había citado en tal lugar. ¡Como si no fuesen a encontrarme a mi, que parecía un estandarte de normalidad entre un río de extrañezas! Sin embargo, no pude contener mis deseos de abandonar las filas e ir en busca de mis amigos… Aunque, justamente el hecho de ser como un estandarte de normalidad en un río de extrañezas fue lo que me inspiraba a alejarme por el momento… Yo me sentía muy diferente a esas criaturas, que aunque similares a mi, también eran impactantemente diferentes.
Me alejé del lugar y me acerqué hasta una junta de rutas importantes por las que inevitablemente pasarían mis compañeros. Sabía de donde podrían venir y prefería esperar allí antes que en otro lado… Eso no impidió que viera cosas extrañas, figuras que parecían humanas pero que desentonaban con su entorno, que causaban la atención de los transeúntes. Recuerdo, por ejemplo, a un muchacho con un vestido negro, siendo mirado por unas señoras mayores que parecían venir de hacer compras. Lo miraban como si eso fuese algo totalmente nuevo para ellas… ¡Y seguramente lo era! Y así, esperé un rato. Y de pronto, entre la multitud lejana, las personas parecían abrirse en cámara lenta ante una presencia que se abría paso. Una sutil nebulosa engendrada por el calor hacía la visión un poquitito borrosa y movediza, y entre las siluetas ordinarias por desconocidas, aparecieron ellos!
Su apariencia de inmediato sería confundida como la de personas normales, pero quien los viese con detenimiento podría advertir que hay diferencias con el promedio de la gente, estas personas muestran bien que no hacen ni acostumbran lo que hace y acostumbra la masa alocada… Se ve al verlos con detenimiento que son personas que se mantienen fieles a si mismos y que son difíciles de encuadrar dentro de algún arquetipo conocido. Pero claro, para todo aquél que no mira con detenimiento, para todo aquel que mira su entorno superficialmente y que confunde a las personas con accidentes geográficos, estos dos personajes no pasarían de ser ni mas ni menos que personas normales!
Recuerdo el encuentro de ese día, típico de esas personas que se encuentran luego de que haya pasado cierto tiempo, pero que se conocen desde mucho antes. Creo que nuestros espíritus se estaban saludando y regocijando mucho antes de que nuestras palabras nos comunicasen! ¿Sus nombres? Ella era Lucía y él Juan… —¡No pregunten por que, eso no importa!— Y eran pareja, eso se podía percibir por que cuando estaban juntos eran como una sola persona con dos caras. Pero claro, puede que esas personas superficiales de las que he escrito, no perciban esas cosas.
—¡Buenos días Benjamín!— Me dijeron, ya que ese era mi nombre…
B—¡Buenos días amigos míos y compañeros de aventuras! ¡Que bueno que estén llegando, ya tenía miedo de estar solo junto a estas manifestaciones extrañas…!
J—¿A quien no le daría miedo? ¡Habría que estar loco para no tener miedo, jajaja!
L—¡Para que nosotros seamos los que parecemos mas “normales” tiene que haber verdaderos anormales!
B—Bueno, vamos yendo para la fila, esta doble la esquina.
J—Si, era predecible.
Entonces nos dirigimos a la espera de entrar al lugar conocido como el final, y nos fuimos a incorporar en las filas junto a los especimenes mas singulares!
...

La Escapada de Narutolandia, Introducción

De vez en cuando y para algunos mas seguido que para otros, hacemos un alto en nuestra cotidianidad y vemos alrededor nuestro como si el lugar en el que estamos fuese ajeno a nosotros. La sensación es la de ver el mundo desde adentro de nosotros y sentir que pertenecemos a otro lugar que, aunque similar al lugar en donde estamos, ese lugar del que provenimos tiene un colorido que no encontramos. Puede ser la perdida de la ilusión o quizás el saber que la ilusión ya no volverá con la pureza con la que nos embriagaba.

Nos entregamos entonces a sucesos que podríamos denominar aventuras, aunque mas bien son pequeños escapes de la demasiada atención en la realidad. Nos permitimos por un lapso de tiempo jugar a que somos viajeros en un mundo cuyos colores son diferentes y nos muestran cosas nuevas, o cosas semejantes a las que ya dejamos de ver.

Lucía, Juan y Benjamín son tres amigos que se conocieron hace relativamente poco, pero es una de esas amistades que parecen venidas desde mas allá de una era. Ellos se juntan por que entre ellos escapan mas fácilmente del monocromo mundo. Los tres se permiten jugar y comparten sus juegos sin las vergüenzas que cualquier “ciudadano” tendría. Ellos se sienten afortunados sabiendo que son diferentes aunque ello los diferencie de la cultura en la que viven. No están solos, eso les da la fuerza para aventurarse y llegar hasta el fin del mundo y pasar las oscuras puertas hasta donde lo subjetivo es predominante por sobre lo objetivo.

Como en todo relato suele pasar, este es uno inspirado en el mundo en el que vivimos y algún suceso acontecido en él. Solo unos pocos sabrán encontrar las semejanzas que para otro serán caprichos literarios.

Debo aclarar que mi torpe capacidad de cuenta cuentos va a meter mas de una vez la pata, pero no escribo mas que por el placer de escribir, y eso es algo de lo que me jacto. Espero que alguien pueda visualizar las sensaciones que intento expresar. Aun así, si logro que cualquiera se entretenga un rato, me sentiré satisfecho.

Adelante, atrévanse a un relato extraño e inesperado!

...

2010-10-01

Eterno Poder, mi fuente de consulta sobre Slayer

Entre mis (por ahora pocos) vínculos recomendados, se encuentra el de la página “Eterno Poder”, creada por un sujeto llamado “Erebo”. Desde hace bastante tiempo que se trata de mi principal fuente de consulta sobre el manga y anime Slayer, una de mis obras favoritas del género. Claro, siempre pueden acudir a la Wikipedia, pero es bueno tener alguna segunda alternativa y yo recomiendo esta si es que les interesa Slayer.


En Eterno Poder van a poder encontrar la sección “Información”, con datos sobre el universo de Slayer, su geografía, personajes, historia, la teología particular del universo de la história (muy recomendable). Y claro, la frutilla de la torta y mi sección favorita, la sección de magia. Allí van a encontrar información sobre la magia y objetos mágicos y todos los hechizos habidos y por haber clasificados según su clase. (El mas conocido es por supuesto el “Dragón Esclavo”)


En la página hay una sección de animación con datos sobre el anime, ovas y películas, también la sección de publicaciones. Van a encontrar muchas otras cosas interesantes, pero prefiero que busquen por su cuenta si les interesa.


Y si Slayer les interesa no dejen de pasar por la pagina, también de Erebo, que trata sobre “la hermana menor de Slayer”. La página “Plasma Blast”, dedicada a la historia “Lost Universe”.


Eso es todo por ahora, mas adelante recomendaré nuevas páginas interesantes y hablaré sobre muchas cosas también interesantes!


[Vínculos actualizados por última vez en la fecha 01-10-2010]

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