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2015-10-26
Viejo peronista y tanguero
Trabajo en una clínica, años atrás fue una clínica modelo en sudamérica, hoy en día es un depósito de ancianos... Es normal para mi ver la deshumanización en las personas por el marchitar de la vida y el abandono de los otros que siguen vivos. Un anciano en particular, el aciano en cuestión, asumo que habrá sido un ferviente peronista y amante del tango. De lado queda mi ideología socialista más cercana al trotskismo que a otra corriente, ya que no hay nada que discutir con alguien que ya es la sombra de lo que alguna vez fue.
Es triste también ver como el propio sistema de salud sumado a personas que se entregan a su oficio de forma mecánica, contribuyen tanto a la deshumanización como al abandono. El anciano, como tantos otros, podría gozar de viajes al parque en silla de rueda y ser rodeado de personas familiares o no. Disfrutar de comer, algo tan simple! Pero, su vida se concreta en la postrera espera en una cama, con alimentación artificial por una manguerita. Las personas pasan a ser representadas por los números de sus camas.
Cada vez que entro en su habitación, si es que está despierto, lo saludo con "hola compañero", responde con una sonrisa, algún gesto, palabras indescifrables o incluso un notorio "viva Perón". De vuelta, acá mi ideología de tendencia trotskista es irrelevante, así que le contesto con un "viva!".
Algunos compañeros en la clínica parecen no obedecer a la imposición social e institucional de cosificar los cuerpos y se toman el atrevimiento de darle de comer. Con una compañera en particular incluso tienen diálogos, aunque parece que cada cual entiende algo diferente de lo que hablan.
Una ocasión le trajo una radio chiquita y le sintonizó una señal tanguera. El anciano se alegró de oír algo conocido. Repetía palabras e intentaba seguir la melodía con balbuceos. Aparentemente no recordaba la letra de lo que oía pero aun así lo reconocía. Intentaba buscar en su memoria deteriorada, creo. Me imaginaba que él se escapaba de su cama para situarse en alguna milonga porteña, o al patio de un conventillo. Fantasías mías nomás... Pero muy probablemente un poco se salía de su cama al oír la música y al recordar sus vivencias peronistas.
Ah, el anciano se llama "Hugo".
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1 comentario:
Si a veces parecía cantar esos tangos, o al menos yo los comprendía, siempre me pregunto como serían mís días, despertándome atada a una cama.
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