Encuentro de Etilaida y Catalina en el bar
Catalina entró al bar rápidamente, como huyendo de las monjas que eran el retrato viviente de las viejas de su pueblo… Se sentó en una mesita en un rincón, para no llamar mucho la atención, y desde ese lugar algo oscuro pudo ver a Etilaida. Ella sacaba un cuaderno de notas de su mochila y leía como si fuese un libreto, o al menos eso le pareció a Catalina. El mozo interrumpió a Catalina dejándole una carta, es decir, una lista de productos y sus precios en un papel dentro de un foleo medio grasoso…
Etilaida leía su cuaderno de notas, algunas veces anotaba cosas que se le venían a la mente como si entre las palabras se ocultasen revelaciones divinas. Ella no podía distinguir cuales eran esas revelaciones divinas, pero creía que algo escondía cosas en sus palabras, algo que venía de lo mas profundo de ella misma y que entendía todo lo que ella quería y sentía. A veces escribía, y a veces leía lo que escribía tratando de encontrar esos mensajes. Nunca encontró exactamente lo que buscaba, pero se sentía bien leyendo por que sentía que estaba tratando con alguien que la entendía…
Las monjas solo recibían insultos de las prostitutas y de la gente, solo alguna que otra señora mayor y religiosa se les acercaban comentándole que “la gente de ahora ya no tiene moral”… ¿Alguna vez la gente tuvo moral? Creo que la moral de la que se habla es una careta para no mostrar cuan morbosos y degenerados somos… Las monjas no cedían en su misionera acción, solo perdían el tiempo, pero se iban a dormir orgullosas de que “hacían lo que ellas podían hacer”.
La joven Etilaida miró casualmente por sobre su cuaderno y taza de café y vio la figura de Catalina mirándola atentamente. Catalina enseguida se sintió incómoda, se acarició el cuello y tras revolear su mirada se concentró de nuevo en la carta foleada y grasosa. Etilaida tuvo entonces una sensación única, la de reconocer en esa mujer remota y escondida un personaje que alguna vez ella había escrito… De repente, sintió que su cuaderno era solo una trampa, sintió la necesidad imperiosa de intercambiar palabras con esa persona huidiza como si ella tuviese la clave de sus preguntas…
El mozo se acercó a Catalina y le preguntó que quería tomar. —Un café y un tostado de jamón y queso. Gracias— A pesar de ser un bar ordinario, la carta presentaba un variado menú disponible para los clientes. Sin embargo, Catalina prefirió algo seguro, algo que casi siempre solía pedir. A veces se preguntaba para qué es que se tomaba el tiempo de leer la carta. ¿Para qué contemplaba múltiples alternativas diferentes y nuevas, si siempre elegía lo de siempre? Puede que necesitaba hacerse creer a ella misma de que elegía en verdad…
Como Etilaida había terminado su sanguche y su café, guardó su cuaderno en su mochila y se levantó de la mesa. A la corta distancia el mozo la miró seriamente por que no había aun pagado su cuenta… Etilaida se acercó a la mesa de Catalina y le preguntó si podía sentarse con ella…
E—¿Puedo sentarme con vos?— Catalina la miró sorprendida y asustada por que esas cosas no suelen pasar. Dudó pero le contestó casi por acto reflejo…
C—¡Eh, sí!— Etilaida se sentó con Catalina.
E—Te miré casualmente, estaba leyendo un cuaderno de notas mías, y tuve la sensación de que tenía que hablar con vos… Sé que suena extraño, pero creo que se trata de eso.
C—No entiendo.
E—¿No tuviste alguna vez el deseo de hacer algo repentino? ¿No tenés a veces ante vos una abanico de alternativas y siempre eliges lo mas seguro?— Etilaida no se podía haber percatado de que eso mismo le había pasado a Catalina, leía la carta dada por el mozo pero eligió lo que siempre pedía.
C—Creo que sé a que te refieres…
E—Me dio la sensación también de que estabas huyendo de la calle y que no tenías mucho que hacer en este bar.
C—Algunas cosas que veo en la calle y en las plazas me parecen atormentadoramente reales…
E—¿Cómo es eso?
C—No puedes desear mucho otra realidad, a donde vayas siempre pasan las mismas cosas, es como si las personas repitiesen un patrón… Como si hubiese un guión escrito para todos, aunque improvisemos un poco.— El mozo trajo el café y sanguche tostado. Etilaida sonrío, era un pedido sencillo para el cual no era necesario haber leído la carta. A su vez era algo parecido a lo que había pedido ella, solo que ella no se había detenido a leer la carta. Ese suceso era como una confirmación de sus sospechas sobre Catalina. Habrían de entenderse mutuamente…
E—¿Sueles buscar una realidad diferente? A mi me pasa algo parecido, leo una y otra vez cosas que antiguamente he escrito en busca de algún significado subliminal.— Catalina sonría cómplicemente.
C—Entiendo eso… Pero yo no me refería a buscar otra realidad… Simplemente me frustra el que las personas sean tan predecibles y que no puedan ver mas allá de ellos mismo. Hay roles, “personajes”, mas o menos están presentes en todos lados. Como si los momentos de atención sean escenas teatrales y siempre se estén representando las mismas cosas.
E—Lo que pasa es que no hay muchas innovaciones… Mas o menos siempre se pueden esperar las mismas cosas.
C—Eso es desesperanzador!
E—Jaja, sí… Solo cambia la forma en que percibimos… Podemos ver por esa ventana a la fila de sujetos que están esperando el colectivo o podemos ver como los rayos de sol se cuelan entre las copas de los árboles de la plaza en este atardecer…
C—Entiendo lo que quieres decir… Pero la fila de hombres esperando el colectivo sigue estando… Vos hablás de buscarle el lado bueno a las cosas.
E—Y vos simplemente niegas el lado bueno… Yo tengo la idea de que la magia es todo aquello que no es visto con ojos humanos, y que a los humanos les cuesta mirar con otros ojos…
C—Nos es imposible… ¿Entonces como ves esos rayos de sol? Son percepciones tan humanas como los hombres que esperan el colectivo.
E—Los ojos humanos no son los… ¡No me refiero a los órganos visuales! Me refiero a la actitud de solo mirar lo evidente…
C—¿Y como haces para abstraerte de la realidad que te rodea?
E—No se puede completamente… Pero la actitud… Es como ser un ermitaño en sociedad… ¡Jajajaja!
C—¿Ermitaño? No sé si es la definición correcta… Pero me he sentido así— Etilaida se contenta por las palabras de Catalina.— Me interesa tu relación con las cosas que escribís… Me había dado la sensación de que tu cuaderno era como un guión en donde estaba escrito el rol que debías interpretar el día de hoy.
E—¿Cómo? Eso es interesante, explícamelo!
C—Pero no importa, fue solo una sensación… Pero vos has dicho que lees cosas que escribiste antiguamente. ¿Están en ese cuaderno por ejemplo?
E—Sí.
C—Entonces te pasa algo parecido a lo que me pasa a mi… A mi me pasa con el mundo que me rodea, pero a vos te pasa con vos misma.
E—Sí, eso es lo que quería saber! Seguí por favor!
C—Cuando escribis lo haces talvez con “una mano humana”, como los que defines como “ojos humanos”. Tus palabras, aunque sean tuyas, son como los hombres en fila esperando el colectivo, solo que los hombres tienen la forma de tus pensamientos y el colectivo es un concepto que nunca terminás de desarrollar…— Etilaida estaba asombrada pero fascinada. Su instinto y su impulso habían sido los correctos, debía hablar con Catalina!— Y estás buscando entre tus palabras algún rayo de sol que te represente que hay magia en ellas. Estas buscando magia en vos, tratando de convencerte de que no eres como los hombres que esperan el colectivo… ¡O como las monjas que increpan a las prostitutas! ¡Jajaja!
E—¿Las monjas que increpan…? ¡Ah, sí, jajaja! Sé a quienes te refieres, esas monjas, jaja!
Ambas se rieron de forma sincera y cómplice y luego se miraron un rato sin decir palabras. Habían superado aquella barrera que hace que uno se avergüence de mirar a otro sin razón aparente. Era como si cada una se buscase en la otra y se encontrase! Sabían que su amistad durará para siempre y que habían encontrado la magia que se les escapaba en esta ciudad tan teatral…
C—Mi nombre es Catalina…
E—Yo me llamo Etilaida. ¡Es todo un gusto conocerte al fin, Catalina!
C—¡Jaja! ¡Lo mismo digo!
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9 comentarios:
Genial! Ame este texto! ¿Es tuyo o de quien?
Me gustan mucho los dos nombres, tanto catalina, no se por que, como Etilaida, ¿Es un anagrama o tiene que ver con cierta cancion de seru giran? jaja. Es todo muy metaforico, el encuentro en el "viejo bar".. En fin, me gustaria saber mas del contexto o saber si esto continua.. por cierto.. ¿que paso con narutolandia?
PD:
C—¿Qué clase de nombre es “Etilaida”?
E—¿Y qué clase de nombre es “Catalina”?
…
Ambas rieron.
El texto “Encuentro de Etilaida y Catalina en el bar” lo escribí casi instantáneamente, fue una verdadera inspiración! Empecé a escribir “Mientras Etilaida se comía un sanguche…” y todo lo demás siguió por sí solo. En algún momento me pareció buena idea ponerlo en mi blog y eso influyó en darle alguna orientación al texto. El título mayor es Fragmentos Caprichosos por que va a tratar de pequeños relatos individuales, por lo que no sé si volverá a escribir sobre Etilaida y Catalina.
El nombre Etilaida me sonó parecido a algún nombre de vieja tía excéntrica y creo que fue el propio nombre el que dio origen a la personalidad. Noté la semejanza con el nombre de esa canción y estuve a punto de usarlo, pero no encontré que el mismo sea un nombre de verdad. Aunque, “Leda” sí es un nombre. Catalina me pareció un nombre muy común y pueblerino, aunque me gusta como suena, lo cual le sirve al personaje. Cabe destacar que ninguna de las dos mujeres son viejas, ambas tendrían entre 25 y 30 años aproximadamente.
Haber… Etilaida tenía una falda negra y una blusa violeta oscura con sandalias y cartera negra. Pelo casi lacio castaño oscuro. Estaba centrada mas o menos en el centro del bar por donde podía ver a través de la ventana. Catalina tenía un vestido celeste floreado y probablemente sandalias y cartera marrón claras. Su pelo era ondulado castaño claro, había atravesado la plaza muy semejante a Miserere que se podía ver desde el bar, en ella estaban las monjas. (Habían muchas palomas levantando vuelo) Ella había venido de un pueblo a estudiar y trabajar, claro. Aun no definí que estudios y trabajo de cada una.
El bar estaba en una esquina y era iluminado, describirlo no es necesario, es la clase de bares que me gustan a mi, inclusive tiene un mozo viejo de blanco con poco pulso… El bar estaba casi vacío, solo había un oficinista de traje negro tomando café y leyendo un diario en un rincón alejado junto a los baños.
jajaja sos una inagotable usina para generar personajes y situaciones joaco!
nunca pensastes en escribir una novela? por las pocas cosas de este tipo que lei de vos me parece que serias muy bueno para ello. Aunque no como ocupacion principal, ya que seria un desperdicio. Pero la situacion descrita aca parece terriblemente real por las circunstancias, y los personajes espontaneamente originales. Quizas sea por la pseudoidentificacion que hay con sus formas de ser y costumbres, ademas del lugar. Lo que me llama la atencion es que hallas imaginado incluso la vestimenta y apariencia de cada uno de los personajes. Yo las hacia mas jovenes quizas, Pero es bueno contrastar la version que tiene uno con la version original del escritor.
Me las imagine onda como las pintaste nunca mayores de edad de 30 años maso Etileida y 25 Catalina, una muy estructurada me gusto te pongo 9 Alejandrines!!!
y si el bar se me hizo onda bar viejo de Capital con sillas afuera y ventanas en todos lados onda el del Poba pero más viejo y rústico, donde los cafés son tazas blancas y grandes.
Hola :-) no soy spam
Hola Abunda! Me alegro de que no seas spam. Pues, entonces... ¿Qué opinión tienes sobre la publicación? :)
Saludos!
Hola, vine a releer este fragmento casi 8 años despues y estoy seriamente preocupado por Abunda. ¿Por que se llama Abunda? ¿Abunda? ¿que Abunda? ¿hay algo de lo que hay demasiado? ¿nos quiere decir que algo sobra?
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